Leer atentamente estos cuentos y realiza las actividades. Las resuelves en el cuaderno y si te atreves envía tu final alternativo como un comentario en el blog.
Para Sami, antes todo era muy sencillo. Primero: había gente con sirí. Segundo: había gente sin sirí. Tercero: los que tenían sirí eran más fuertes que los que no tenían sirí. ¡Por la sencilla razón de que tenían sirí!
No merece la pena ni discutirlo. Esto ha sido así desde el principio del mundo. Pongamos un ejemplo: los mamuts. En la época de los mamuts pasaba lo mismo: había mamuts con sirí y mamuts sin sirí. ¿Cuáles eran más fuertes?
Así que Sami estaba muy contento por pertenecer al grupo de los que tenían sirí. Y que se aguanten las niñas… Él no tenía la culpa de que les faltase algo. ¡Allá ellas!
Pero todo esto era antes. Porque un buen día, Luna entró en la clase de Sami. “Voy a presentaros a Luna” dijo la profesora. Al principio, Sami no hizo caso de Luna. Era un ser que no tenia sirí, de los que sólo juegan con muñecas y dibujan florecillas de colores entre nubes de algodón.
Y de pronto, en medio de la clase de plástica la profesora enseñó el trabajo de Luna, y dijo sonriente: “¡Qué buena eres! ¡Qué bien dibujas!”. En el folio, no había florecitas, sino un enorme mamut. Pero bueno, ¿de dónde sale esta niña?, se pregunto Sami.
“No puede ser ¿de dónde habrá salido esta niña?”, seguía preguntándose Sami una y otra vez. De repente, Sami tuvo una brillante idea: Luna era una niña especial. ¡Ahora estaba todo claro! Luna tenía algo más que las otras niñas. ¡Exacto! ¡Una sin sirí con sirí! ¡Menudo engaño! Sami se propuso en ese momento investigarlo.
En cuanto tuviera la prueba del sirí de Luna, se lo contaría a toda la clase. Entonces ¡nadie querría jugar con ella más! ¡Rápido -se dijo Sami- tengo que empezar inmediatamente! Sami se pegó a Luna para espiarla bien. Miró por debajo de la puerta y vio que hacía pis sentada, y no de pie. Pero bueno, eso no importaba en absoluto. Todo el mundo puede hacer pis sentado.
Otro día que Sami fue a dormir a casa de Luna, tampoco hubo suerte. La niña se cambió en el cuarto de baño y salió con el pijama puesto, por cierto, con dibujos de mamuts. Esa noche Sami no vio más. Ni otras noches que fue a dormir, ni ningún día vio nada de nada. Sami no era tonto pero ¡es tan difícil espiar esas cosas!. Después de decenas de noches y de decenas de días, Sami no tenía ni una sola prueba de nada.
Y entonces llegó el verano. Luna y Sami se encontraron en un camping. Mientras los padres montaban las tiendas, ellos gritaron: “¡Vamos a bañarnos!” Estaban tan impacientes por meterse en el mar que se olvidaron de coger los bañadores.
Se dieron cuenta cuando llegaron a la playa. - ¡Brr!- se quejó Luna, ahora nos toca volver… “Ni hablar” pensó Sami. Esta es la ocasión: ahora o nunca. – De volver, nada. Podemos bañarnos desnudos- dijo. Estaba convencido de que Luna no querría, sin embargo, la oyó decir: - Bueno. Ella empezó a desnudarse. Lo primero que vio Sami fue el culo.
Pero por los culos no se puede averiguar mucho: casi todos son iguales. Luego, Luna se dio la vuelta. ¡Sami se quedó con la boca abierta y los ojos a cuadros! Apenas consiguió farfullar: - tú… tú… ¡no tienes sirí! Extrañada Luna se miró debajo de la tripa, y respondió: - ¡Claro que no! ¡Yo tengo sirá! Y ¡echó a correr tan tranquila hacia las olas!
Así que ahora el mundo ha cambiado para Sami. Antes había unos seres con sirí y otros sin sirí. Ahora sabe que unos tienen sirí y otras, sirá. ¡AH…! Y TAMBIÉN SABE QUE A LAS NIÑAS NO LES FALTA NADA.
Pero todo esto era antes. Porque un buen día, Luna entró en la clase de Sami. “Voy a presentaros a Luna” dijo la profesora. Al principio, Sami no hizo caso de Luna. Era un ser que no tenia sirí, de los que sólo juegan con muñecas y dibujan florecillas de colores entre nubes de algodón.
Y de pronto, en medio de la clase de plástica la profesora enseñó el trabajo de Luna, y dijo sonriente: “¡Qué buena eres! ¡Qué bien dibujas!”. En el folio, no había florecitas, sino un enorme mamut. Pero bueno, ¿de dónde sale esta niña?, se pregunto Sami.
“No puede ser ¿de dónde habrá salido esta niña?”, seguía preguntándose Sami una y otra vez. De repente, Sami tuvo una brillante idea: Luna era una niña especial. ¡Ahora estaba todo claro! Luna tenía algo más que las otras niñas. ¡Exacto! ¡Una sin sirí con sirí! ¡Menudo engaño! Sami se propuso en ese momento investigarlo.
En cuanto tuviera la prueba del sirí de Luna, se lo contaría a toda la clase. Entonces ¡nadie querría jugar con ella más! ¡Rápido -se dijo Sami- tengo que empezar inmediatamente! Sami se pegó a Luna para espiarla bien. Miró por debajo de la puerta y vio que hacía pis sentada, y no de pie. Pero bueno, eso no importaba en absoluto. Todo el mundo puede hacer pis sentado.
Otro día que Sami fue a dormir a casa de Luna, tampoco hubo suerte. La niña se cambió en el cuarto de baño y salió con el pijama puesto, por cierto, con dibujos de mamuts. Esa noche Sami no vio más. Ni otras noches que fue a dormir, ni ningún día vio nada de nada. Sami no era tonto pero ¡es tan difícil espiar esas cosas!. Después de decenas de noches y de decenas de días, Sami no tenía ni una sola prueba de nada.
Y entonces llegó el verano. Luna y Sami se encontraron en un camping. Mientras los padres montaban las tiendas, ellos gritaron: “¡Vamos a bañarnos!” Estaban tan impacientes por meterse en el mar que se olvidaron de coger los bañadores.
Se dieron cuenta cuando llegaron a la playa. - ¡Brr!- se quejó Luna, ahora nos toca volver… “Ni hablar” pensó Sami. Esta es la ocasión: ahora o nunca. – De volver, nada. Podemos bañarnos desnudos- dijo. Estaba convencido de que Luna no querría, sin embargo, la oyó decir: - Bueno. Ella empezó a desnudarse. Lo primero que vio Sami fue el culo.
Pero por los culos no se puede averiguar mucho: casi todos son iguales. Luego, Luna se dio la vuelta. ¡Sami se quedó con la boca abierta y los ojos a cuadros! Apenas consiguió farfullar: - tú… tú… ¡no tienes sirí! Extrañada Luna se miró debajo de la tripa, y respondió: - ¡Claro que no! ¡Yo tengo sirá! Y ¡echó a correr tan tranquila hacia las olas!
Así que ahora el mundo ha cambiado para Sami. Antes había unos seres con sirí y otros sin sirí. Ahora sabe que unos tienen sirí y otras, sirá. ¡AH…! Y TAMBIÉN SABE QUE A LAS NIÑAS NO LES FALTA NADA.
BLANCANIEVES
En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa.
La madrastra preguntaba a su espejo mágico y éste respondía:
- Tú eres, oh reina, la más hermosa de todas las mujeres.
Y fueron pasando los años. Un día la reina preguntó como siempre a su espejo mágico:
- ¿Quién es la más bella?
Pero esta vez el espejo contestó:
- La más bella es Blancanieves.
Entonces la reina, llena de ira y de envidia, ordenó a un cazador:
- Llévate a Blancanieves al bosque, mátala y como prueba de haber realizado mi encargo, tráeme en este cofre su corazón.
Pero cuando llegaron al bosque el cazador sintió lástima de la inocente joven y dejó que huyera, sustituyendo su corazón por el de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió miedo y lloró. Llorando y andando pasó la noche, hasta que, al amanecer llegó a un claro en el bosque y descubrió allí una preciosa casita.
Entró sin dudarlo. Los muebles eran pequeñísimos y, sobre la mesa, había siete platitos y siete cubiertos diminutos. Subió a la alcoba, que estaba ocupada por siete camitas. La pobre Blancanieves, agotada tras caminar toda la noche por el bosque, juntó todas las camitas y al momento se quedó dormida.
Por la tarde llegaron los dueños de la casa: siete enanitos que trabajaban en unas minas y se admiraron al descubrir a Blancanieves.
Entonces ella les contó su triste historia. Los enanitos suplicaron a la niña que se quedase con ellos y Blancanieves aceptó, se quedó a vivir con ellos y todos estaban felices.
Mientras tanto, en el palacio, la reina volvió a preguntar al espejo:
- ¿Quién es ahora la más bella?
- Sigue siendo Blancanieves, que ahora vive en el bosque en la casa de los enanitos...
Furiosa y vengativa como era, la cruel madrastra se disfrazó de inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Blancanieves estaba sola, pues los enanitos estaban trabajando en la mina. La malvada reina ofreció a la niña una manzana envenenada y cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada. Al volver, ya de noche, los enanitos a la casa, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, creyeron que había muerto y le construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudieran despedirse de ella.
En ese momento apareció un príncipe a lomos de un brioso corcel y nada más contemplar a Blancanieves quedó prendado de ella. Quiso despedirse besándola y de repente, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina y desde entonces todos vivieron felices.
En un país muy lejano vivía una bella princesita llamada Blancanieves, que tenía una madrastra, la reina, muy vanidosa.
La madrastra preguntaba a su espejo mágico y éste respondía:
- Tú eres, oh reina, la más hermosa de todas las mujeres.
Y fueron pasando los años. Un día la reina preguntó como siempre a su espejo mágico:
- ¿Quién es la más bella?
Pero esta vez el espejo contestó:
- La más bella es Blancanieves.
Entonces la reina, llena de ira y de envidia, ordenó a un cazador:
- Llévate a Blancanieves al bosque, mátala y como prueba de haber realizado mi encargo, tráeme en este cofre su corazón.
Pero cuando llegaron al bosque el cazador sintió lástima de la inocente joven y dejó que huyera, sustituyendo su corazón por el de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió miedo y lloró. Llorando y andando pasó la noche, hasta que, al amanecer llegó a un claro en el bosque y descubrió allí una preciosa casita.
Entró sin dudarlo. Los muebles eran pequeñísimos y, sobre la mesa, había siete platitos y siete cubiertos diminutos. Subió a la alcoba, que estaba ocupada por siete camitas. La pobre Blancanieves, agotada tras caminar toda la noche por el bosque, juntó todas las camitas y al momento se quedó dormida.
Por la tarde llegaron los dueños de la casa: siete enanitos que trabajaban en unas minas y se admiraron al descubrir a Blancanieves.
Entonces ella les contó su triste historia. Los enanitos suplicaron a la niña que se quedase con ellos y Blancanieves aceptó, se quedó a vivir con ellos y todos estaban felices.
Mientras tanto, en el palacio, la reina volvió a preguntar al espejo:
- ¿Quién es ahora la más bella?
- Sigue siendo Blancanieves, que ahora vive en el bosque en la casa de los enanitos...
Furiosa y vengativa como era, la cruel madrastra se disfrazó de inocente viejecita y partió hacia la casita del bosque.
Blancanieves estaba sola, pues los enanitos estaban trabajando en la mina. La malvada reina ofreció a la niña una manzana envenenada y cuando Blancanieves dio el primer bocado, cayó desmayada. Al volver, ya de noche, los enanitos a la casa, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, creyeron que había muerto y le construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del bosque pudieran despedirse de ella.
En ese momento apareció un príncipe a lomos de un brioso corcel y nada más contemplar a Blancanieves quedó prendado de ella. Quiso despedirse besándola y de repente, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina.
Blancanieves se casó con el príncipe y expulsaron a la cruel reina y desde entonces todos vivieron felices.
ANÁLISIS DE LOS CUENTOS DE BLANCANIEVES Y ¿DE DÓNDE SALE ESTA NIÑA?
Contesta a las siguientes cuestiones en cada uno de los dos textos:
a)
¿Cómo son los personajes femeninos de los
cuentos?¿Cuál te gusta más? ¿Por qué?
b)
¿Cómo son los personajes masculinos de los
cuentos?¿Cuál te gusta más? ¿Por qué?
c)
¿Cuál de los dos cuentos te gusta más? ¿Por qué?
d)
Invéntate un final diferente para cada cuento.
e)
Dibuja lo que te sugieren.
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